CUARTA PARTE
IGLESIA MISIONERA AL SERVICIO DE LA EVANGELIZACIÓN EN AMÉRICA
LATINA
1128. El Espíritu del Señor impulsa al Pueblo de Dios en la historia a discernir los signosde los tiempos y a descubrir en los más profundos anhelos y problemas de los seres
humanos el plan de Dios sobre la vocación del hombre en la construcción de la sociedad,
para hacerla más humana, justa y fraterna. 1129. Así aparece palpable en América Latina la pobreza como sello que marca a las
inmensas mayorías, las cuales al mismo tiempo están abiertas, no sólo a las
Bienaventuranzas y a la predilección del Padre, sino a la posibilidad de ser los verdaderos
protagonistas de su propio desarrollo.
1130. La evangelización de los pobres fue para Jesús uno de los signos mesiánicos y será
también para nosotros, signo de autenticidad evangélica.
1131. Además, la juventud latinoamericana desea construir un mundo mejor y busca, a
veces sin saberlo, los valores evangélicos de la verdad, la justicia y el amor. Su
evangelización no sólo llenará sus generosos anhelos de realización personal, sino que
garantizará la conservación de una Fe vigorosa en nuestro continente.
1132. Los pobres y los jóvenes, constituyen, pues, la riqueza y la esperanza de la Iglesia en
América Latina y su evangelización es, por tanto, prioritaria.
1133. La Iglesia llama también a todos sus hijos -dentro de sus peculiares
responsabilidades- a ser fermento en el mundo y a participar como constructores de una
nueva Sociedad a nivel nacional e internacional. Particularmente en nuestro continente, por
ser mayoritariamente cristiano, los hombres deben ser germen, luz y fuerza transformadora.
COMPRENDE:
Capítulo I: Opción preferencial por los pobres.
Capítulo II: Opción preferencial por los jóvenes.
Capítulo III: Acción con los constructores de la sociedad pluralista.
Capítulo IV: Acción por la persona en la sociedad nacional e internacional.
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