miércoles, 3 de abril de 2013

Capítulo III.- MEDIOS PARA LA COMUNIÓN Y PARTICIPACIÓN


Capítulo III 
MEDIOS PARA LA COMUNIÓN Y PARTICIPACIÓN

892. Responsables del ministerio de la evangelización, nos preocupa cómo hacer llegar al
hombre latinoamericano la Palabra de Dios, de tal modo que sea escuchada por él, asumida,
encarnada, celebrada y transmitida a sus hermanos.
893. Sabemos que es Dios quien la hace crecer (233); sin embargo, el Señor de la mies
espera la colaboración de sus servidores. Por eso, queremos reflexionar acerca de los
medios principales de evangelización, con los cuales la Iglesia crea comunión e invita a los
hombres al servicio de sus hermanos.
894. La comunidad que en la liturgia celebra gozosamente la Pascua del Señor, tiene el
compromiso de dar testimonio, de catequizar, educar y comunicar la Buena Nueva por
todos los medios que estén a su alcance.
Asimismo siente la necesidad de entrar en comunión y diálogo con los hombres que buscan
la verdad en nuestro Continente.
CONTENIDO:
1. Liturgia, oración particular, piedad popular.
2. Testimonio.
3. Catequesis.
4. Educación.
5. Comunicación social.
1. Liturgia, oración particular, piedad popular
895. La oración particular y la piedad popular, presentes en el alma de nuestro pueblo,
constituyen valores de evangelización; la Liturgia es el momento privilegiado de comunión
y participación para una evangelización que conduce a la liberación cristiana integral,
auténtica.
1.1. Situación
a) Liturgia
896. En general, la renovación litúrgica en América Latina está dando resultados positivos
porque se va encontrando de nuevo la real ubicación de la Liturgia en la misión
evangelizadora de la Iglesia, por la mayor comprensión y participación de los fieles
favorecida por los nuevos libros litúrgicos y por la difusión de la Catequesis
presacramental. 897. Esto ha sido animado por los documentos de la Sede Apostólica y de las Conferencias
Episcopales, así como por encuentros a diversos niveles: latinoamericano, regional,
nacional, etc.
898. El idioma común, la riqueza cultural y la piedad popular han facilitado esta
renovación.
899. Se siente la necesidad de adaptar la Liturgia a las diversas culturas y a la situación de
nuestro pueblo joven, pobre y sencillo (234).
900. La falta de ministros, la población dispersa y la situación geográfica del continente han
hecho tomar mayor conciencia de la utilidad de las celebraciones de la Palabra y de la
importancia de servirse de los medios de comunicación social (radio y televisión) para
llegar a todos.
901. Sin embargo, comprobamos que no se ha dado todavía a la pastoral litúrgica la
prioridad que le corresponde dentro de la pastoral de conjunto, siendo aún más perjudicial
la oposición que se da en algunos sectores, entre evangelización y sacramentalización. Falta
profundizar en la formación litúrgica del clero; se nota una marcada ausencia de catequesis
litúrgica destinada a los fieles.
902. La participación en la liturgia no incide adecuadamente en el compromiso social de los
cristianos. La instrumentalización, que a veces se hace de la misma, desfigura su valor
evangelizador.
903. Ha sido también perjudicial la falta de observancia de las normas litúrgicas y de su
espíritu pastoral, con abusos que causan desorientación y división entre los fieles.
b) Oración particular
904. La religiosidad popular del hombre latinoamericano posee rica herencia de oración
enraizada en culturas autóctonas y evangelizada después por las formas de piedad cristiana
de misioneros e inmigrantes.
905. Consideramos como un tesoro la costumbre, existente desde antiguo, de congregarse
para orar en festividades y ocasiones especiales. Recientemente la oración se ha visto
enriquecida por el movimiento bíblico, por nuevos métodos de oración contemplativa y por
el movimiento de grupos de oración.
906. Muchas comunidades cristianas que carecen de ministro ordenado, acompañan y
celebran sus acontecimientos y fiestas con reuniones de oración y canto, que al mismo
tiempo evangelizan a la comunidad y le proporcionan fuerza evangelizadora.
907. La oración familiar ha sido, en vastas zonas, el único culto existente; de hecho, ha
conservado la unidad y la fe de la familia y del pueblo. 908. La invasión de la TV y la radio en los hogares pone en peligro las prácticas piadosas
en el seno de la familia.
909. Aun cuando muchas veces la oración surge por necesidades meramente personales y
se expresa en fórmulas tradicionales no asimiladas, no puede desconocerse que la vocación
del cristiano debe llevarlo al compromiso moral, social y evangelizador.
c) Piedad popular
910. En el conjunto del pueblo católico latinoamericano aparece, a todos los niveles y con
formas bastante variadas, una piedad popular que los obispos no podemos pasar por alto y
que necesita ser estudiada con criterios teológicos y pastorales para descubrir su potencial
evangelizador.
911. América Latina está insuficientemente evangelizada. La gran parte del pueblo expresa
su fe prevalentemente en la piedad popular.
912. Las manifestaciones de piedad popular son muy diversas, de carácter comunitario e
individual; entre ellas se encuentra: el culto a Cristo paciente y muerto, la devoción al
Sagrado Corazón, diversas devociones a la Santísima Virgen María, el culto a los Santos y
a los difuntos, las procesiones, los novenarios, las fiestas patronales, las peregrinaciones a
santuarios, los sacramentales, las promesas, etc.
913. La piedad popular presenta aspectos positivos como: sentido de lo sagrado y
trascendente; disponibilidad a la Palabra de Dios; marcada piedad mariana; capacidad para
rezar; sentido de amistad, caridad y unión familiar; capacidad de sufrir y reparar;
resignación cristiana en situaciones irremediables; desprendimiento de lo material.
914. Pero también presenta aspectos negativos: falta de sentido de pertenencia a la Iglesia;
desvinculación entre fe y vida; el hecho de que no conduce a la recepción de los
sacramentos; valoración exagerada del culto a los santos con detrimento del conocimiento
de Jesucristo y su misterio; idea deformada de Dios; concepto utilitario de ciertas formas de
piedad; inclinación, en algunos lugares, al sincretismo religioso; infiltración del espiritismo
y, en algunos casos, de prácticas religiosas del Oriente.
915. Con mucha frecuencia se han suprimido formas de piedad popular sin razones
valederas o sin sustituirlas por algo mejor.
1.2. Criterios doctrinales y pastorales
a) Liturgia
916. Es necesario que toda esta renovación esté orientada por una auténtica teología
litúrgica. En ella, es importante la teología de los Sacramentos. Esto contribuirá a la
superación de una mentalidad neorritualista.
917. El Padre por Cristo en el Espíritu santifica a la Iglesia y por ella al mundo, y, a su vez,
mundo e Iglesia por Cristo en el Espíritu, dan gloria al Padre. 918. La liturgia, como acción de Cristo y de la Iglesia, es el ejercicio del sacerdocio de
Jesucristo (235); es cumbre y fuente de la vida eclesial (236). Es encuentro con Dios y los
hermanos; banquete y sacrificio realizado en la Eucaristía; fiesta de comunión eclesial, en
la cual el Señor Jesús, por su misterio pascual, asume y libera al Pueblo de Dios y por él a
toda la humanidad cuya historia es convertida en historia salvífica para reconciliar a los
hombres entre sí y con Dios. La liturgia es también fuerza en el peregrinar, a fin de llevar a
cabo, mediante el compromiso transformador de la vida, la realización plena del Reino,
según el plan de Dios.
919. En la Iglesia particular, «el Obispo debe ser considerado como el gran sacerdote de su
grey; de él se deriva y depende, en cierto modo, la vida en Cristo de sus fieles» (SC 41).
920. EL hombre es un ser sacramental, a nivel religioso expresa sus relaciones con Dios en
un conjunto de signos y símbolos; Dios, igualmente, los utiliza cuando se comunica con los
hombres. Toda la creación es, en cierto modo, sacramento de Dios porque nos lo revela
(237).
921. Cristo «es imagen de Dios invisible» (Col 1,15). Como tal, es el sacramento
primordial y radical del Padre: «el que me ha visto a Mí, ha visto al Padre» (Jn 14,9).
922. La Iglesia, a su vez, es sacramento de Cristo (238) para comunicar a los hombres la
vida nueva. Los siete sacramentos de la Iglesia concretan y actualizan, para las distintas
situaciones de la vida, esta realidad sacramental.
923. Por eso no basta recibirlos en forma pasiva, sino vitalmente insertados en la comunión
eclesial. Por los sacramentos Cristo continúa, mediante la acción de la Iglesia,
encontrándose con los hombres y salvándolos.
La celebración eucarística, centro de la sacramentalidad de la Iglesia y la más plena
presencia de Cristo en la humanidad, es centro y culmen de toda la vida sacramental (239).
924. La renovación litúrgica ha de estar orientada por ciertos criterios pastorales fundados
en la naturaleza misma de la liturgia y de su función evangelizadora.
925. La reforma y la renovación litúrgica fomentan la participación que conduce a la
comunión. La participación plena, consciente y activa en la Liturgia es fuente primaria y
necesaria del espíritu verdaderamente cristiano (240). Por esto las consideraciones
pastorales, atendida siempre la observancia de las normas litúrgicas, deben superar el
simple rubricismo.
926. Los signos, importantes en toda acción litúrgica, deben ser empleados en forma viva y
digna, supuesta una adecuada catequesis. Las adaptaciones previstas en la Sacrosanctum
Concilium y en las normas pastorales posteriores son indispensables para lograr un rito
acomodado a nuestras necesidades, especialmente a las del pueblo sencillo, teniendo en
cuenta sus legítimas expresiones culturales. 927. Ninguna actividad pastoral puede realizarse sin referencia a la liturgia. Las
celebraciones litúrgicas suponen iniciación en la fe mediante el anuncio evangelizador, la
catequesis y la predicación bíblica; ésta es la razón de ser de los cursos y encuentros
presacramentales.
928. Toda celebración debe tener, a su vez, una proyección evangelizadora y catequética
adaptada a las distintas asambleas de fieles, pequeños grupos, niños, grupos populares, etc.
929. Las celebraciones de la Palabra, con la lectura de la Sagrada Escritura abundante,
variada y bien escogida (241), son de gran provecho para la comunidad, principalmente
donde no hay presbíteros y, sobre todo, para la realización del culto dominical.
930. La homilía, como parte de la liturgia, es ocasión privilegiada para exponer el misterio
de Cristo en el aquí y ahora de la comunidad, partiendo de los textos sagrados,
relacionándolos con el sacramento y aplicándolos a la vida concreta. Su preparación debe
ser esmerada y su duración proporcionada a las otras partes de la celebración.
931. El que preside la celebración es el animador de la comunidad y por su actuación
favorece la participación de los fieles; de ahí la importancia de una digna y adecuada forma
de celebrar.
b) La oración particular
932. El ejemplo de Cristo orante: El Señor Jesús, que pasó por la tierra haciendo el bien y
anunciando la Palabra, dedicó, por el impulso del Espíritu, muchas horas a la oración,
hablando al Padre con filial confianza e intimidad incomparable y dando ejemplo a sus
discípulos, a los cuales expresamente enseñó a orar. El cristiano, movido por el Espíritu
Santo, hará de la oración motivo de su vida diaria y de su trabajo; la oración crea en él
actitud de alabanza y agradecimiento al Señor, le aumenta la fe, lo conforta en la esperanza
activa, lo conduce a entregarse a los hermanos y a ser fiel en la tarea apostólica, lo capacita
para formar comunidad. La Iglesia que ora en sus miembros se une a la oración de Cristo.
933. La oración en familia: la familia cristiana, evangelizada y evangelizadora, debe seguir
el ejemplo de Cristo orante. Así, su oración manifiesta y sostiene la vida de la Iglesia
doméstica, en donde se acoge el germen del Evangelio que crece para capacitar a todos los
miembros como apóstoles y a hacer de la familia un núcleo de evangelización.
934. La liturgia no agota toda la actividad de la Iglesia. Se recomiendan los ejercicios
piadosos del pueblo cristiano con tal de que vayan de acuerdo con las normas y leyes de la
Iglesia, en cierto modo deriven de la liturgia y a ella conduzcan (242). El misterio de Cristo
es uno y en su riqueza tiene manifestaciones y modos diversos de llegar a los hombres.
Gracias a la rica herencia religiosa y por la urgencia de las circunstancias de tiempo y lugar,
las comunidades cristianas se hacen evangelizadoras al vivir la oración.
c) Piedad popular 935. La piedad popular conduce al amor de Dios y de los hombres y ayuda a las personas y
a los pueblos a tomar conciencia de su responsabilidad en la realización de su propio
destino (243). La auténtica piedad popular, basada en la Palabra de Dios, contiene valores
evangelizadores que ayudan a profundizar la fe del pueblo.
936. La expresión de la piedad popular debe respetar los elementos culturales nativos (244).
937. Para que constituya un elemento eficaz de evangelización la piedad popular necesita
de una constante purificación y clarificación y llevar no sólo a la pertenencia a la Iglesia,
sino también a la vivencia cristiana y al compromiso con los hermanos.
1.3. Conclusiones
a) Liturgia
938. Dar a la liturgia su verdadera dimensión de cumbre y fuente de la actividad de la
Iglesia (SC 10).
939. Celebrar la fe en la liturgia como encuentro con Dios y con los hermanos, como fiesta
de comunión eclesial, como fortalecimiento en nuestro peregrinar y como compromiso de
nuestra vida cristiana. Dar especial importancia a la liturgia dominical.
940. Revalorizar la fuerza de los «signos» y su teología.
Celebrar la fe en la liturgia con expresiones culturales según una sana creatividad.
Promover adaptaciones adecuadas, de manera particular a los grupos étnicos y al pueblo
sencillo (grupos populares); pero con el cuidado de que la liturgia no sea instrumentalizada
para fines ajenos a su naturaleza, se guarden fielmente las normas de la Santa Sede y se
eviten las arbitrariedades en las celebraciones litúrgicas.
941. Estudiar la función catequética y evangelizadora de la Liturgia.
942. Promover la formación de los agentes de pastoral litúrgica con una auténtica teología
que lleve a un compromiso vital.
943. Procurar ofrecer a los Presidentes de las celebraciones litúrgicas las condiciones aptas
para mejorar su función y llegar a la comunicación viva con la asamblea; poner especial
esmero en la preparación de la homilía que tiene tan gran valor evangelizador.
944. Fomentar las celebraciones de la Palabra, dirigidas por diáconos, o laicos (varones o
mujeres).
945. Preparar y realizar con esmero la liturgia de los sacramentos, la de las grandes
festividades y la que se realiza en los santuarios.
946. Aprovechar, como ocasión propicia de evangelización, la celebración de la Palabra en
los funerales y en los actos de piedad popular. 947. Promover la música sacra, como servicio eminente, que responda a la índole de
nuestros pueblos.
948. Respetar el patrimonio artístico religioso y fomentar la creatividad artística adecuada a
las nuevas formas litúrgicas.
949. Incrementar las celebraciones transmitidas por radio y televisión, teniendo en cuenta la
naturaleza de la liturgia y la índole de los respectivos medios de comunicación utilizados.
950. Fomentar los encuentros preparatorios para la celebración de los sacramentos.
951. Aprovechar las posibilidades que ofrecen los nuevos rituales de los sacramentos. Los
sacerdotes se dedicarán de manera especial a administrar el sacramento de la
reconciliación.
b) Oración particular
952. La diócesis en su pastoral de conjunto, la parroquia y las comunidades menores
(Comunidades Eclesiales de Base y familia) integrarán en sus programas evangelizadores la
oración personal y comunitaria.
953. Procurar que todas las actividades de la Iglesia (como reuniones, uso de Medios de
Comunicación Social, obras sociales, etc.), sean ocasión y escuela de oración.
954. Utilizar los seminarios, los monasterios, las escuelas y otros centros de formación
como lugar privilegiado para orar, irradiar vida de oración y formar maestros de ella.
955. Los sacerdotes, los religiosos y los laicos comprometidos se distinguen por su ejemplo
de oración y por la enseñanza de la misma al Pueblo de Dios.
956. Promover las obras que fomenten la santificación del trabajo y la oración de los
enfermos e impedidos.
957. Fomentar aquellas formas de piedad popular que contribuyen a fortalecer la oración
personal, familiar, de grupo y comunitaria.
958. Integrar a la pastoral orgánica los grupos de oración para que conduzcan a sus
miembros a la liturgia, a la evangelización y al compromiso social.
c) Piedad popular
959. Traten los agentes de pastoral de recuperar los valores evangelizadores de la piedad
popular en sus diversas manifestaciones personales y masivas.
960. Se empleará la piedad popular como punto de partida para lograr que la fe del pueblo
alcance madurez y profundidad, por lo cual dicha piedad popular se basará en la Palabra de
Dios y en el sentido de pertenencia a la Iglesia. 961. No se prive al pueblo de sus expresiones de piedad popular. En lo que haya que
cambiar procédase gradualmente y previa catequesis para llegar a algo mejor.
962. Orientar los sacramentales al reconocimiento de los beneficios de Dios y a la toma de
conciencia del compromiso que el cristiano tiene en el mundo.
963. Presentar la devoción a María y a los Santos como la realización en ellos de la Pascua
de Cristo (245) y recordar que debe conducir a la vivencia de la Palabra y al testimonio de
vida.
2. Testimonio
2.1. Situación
964. A través de su historia, la Iglesia en América Latina ha dado testimonio de lo que cree
de diversas maneras: su fidelidad al Vicario de Cristo; la mutua ayuda entre las Iglesias
particulares; la existencia y los trabajos del Consejo Episcopal Latinoamericano son signos
de la comunión en que vive.
965. La Iglesia, a través de innumerables sacerdotes, religiosos, religiosas, misioneros y
laicos, ha estado presente entre los más pobres y necesitados, predicando el Mensaje y
realizando la caridad que el Espíritu difunde en ella para la promoción integral del hombre
y dando testimonio de que el Evangelio tiene fuerza para elevarlo y dignificarlo.
966. Sin embargo, no todos los miembros de la Iglesia han sido respetuosos del hombre y
de su cultura; muchos han mostrado una fe poco vigorosa para vencer sus egoísmos, su
individualismo y su apego a las riquezas, obrando injustamente y lesionando la unidad de la
sociedad y de la misma Iglesia.
2.2. Criterios doctrinales
967. Cristo, primer evangelizador y testigo fiel (246), evangeliza dando testimonio veraz de
lo que ha visto junto al Padre y hace las obras que ve hacer al Padre (247); sus acciones dan
testimonio de que vino del Padre.
968. Los verdaderos cristianos, unidos a Jesús, dan a su vez este mismo testimonio. Por sus
obras, testifican el amor que el Padre tiene a los hombres, el poder salvador con que
Jesucristo libera del pecado y el amor que ha sido derramado por el Espíritu que habita en
ellos, capaz de crear la verdadera comunión con el Padre y los hermanos.
969. Las obras de los cristianos guiados por el Espíritu son: amor, comunión, participación,
solidaridad, dominio de sí mismo, alegría, esperanza, justicia realizada en la paz (248),
castidad, entrega desinteresada de sí mismo; en una palabra, todo lo que constituye la
santidad; ésta va acompañada de frecuencia de sacramentos, oración y devoción intensa a
María.
970. El verdadero testimonio de los cristianos es, por tanto, la manifestación de las obras
que Dios realiza en los hombres. El hombre da testimonio, no basado en sus propias fuerzas, sino en la confianza que tiene en el poder de Dios que lo transforma y en la misión
que le confiere.
2.3. Criterios pastorales
971. Siendo el testimonio elemento primero de la evangelización y condición esencial en
vista a la eficacia real en la predicación (249), es necesario que esté siempre presente en la
vida y en la acción evangelizadora de la Iglesia de manera que en el contexto de la vida
latinoamericana sea un «signo» que conduzca al deseo de conocer la Buena Nueva y
atestigüe la presencia del Señor entre nosotros.
972. En la situación que viven nuestros pueblos, los frutos del Espíritu que constituyen el
núcleo de nuestro testimonio, implican que tanto la Jerarquía como el Laicado y los
religiosos vivamos en una continua autocrítica, a la luz del Evangelio, a nivel personal,
grupal y comunitario, para despojarnos de toda actitud que no sea evangélica y que
desfigure el rostro de Cristo (250).
973. Ésta es nuestra primera opción pastoral: la misma comunidad cristiana; sus laicos, sus
pastores, sus ministros y sus religiosos deben convertirse cada vez más al Evangelio para
poder evangelizar a los demás.
974. Sobre todo, es importante que, en comunidad, revisemos nuestra comunión y
participación con los pobres, los humildes y sencillos. Será, por tanto, necesario
escucharlos, acoger lo más profundo de sus aspiraciones, valorizar, discernir, alentar,
corregir, dejando que el Señor nos guíe para hacer efectiva la unidad con ellos en un mismo
cuerpo y en un mismo espíritu.
975. Esto nos pide una oración más asidua, meditación más profunda de la Escritura,
despojo íntimo y efectivo según el Evangelio de nuestros privilegios, modos de pensar,
ideologías, relaciones preferenciales y bienes materiales (251) ; una mayor sencillez de
vida; el compromiso en la realización de hechos significativos como el cumplimiento cabal
de la «hipoteca social» de la propiedad; la comunicación cristiana de bienes materiales y
espirituales; la colaboración en acciones comunitarias de promoción humana y una amplia
gama de obras de caridad, cuyo mínimo exigible es la justicia, junto con la mayor libertad
ante criterios y poderes pervertidos.
976. Es importante también que a nivel continental, la Iglesia progrese en la realización de
signos testimoniales de su vitalidad interior; entre estos signos están la mayor solidaridad
entre las Iglesias particulares y la mejor coordinación pastoral a través del CELAM, que
debe seguir sirviendo a la Colegialidad Episcopal y a la comunión intraeclesial en América
Latina.
3. Catequesis
977. La catequesis «que consiste en la educación ordenada y progresiva de la fe» (Mensaje
del Sínodo de Catequesis n. 1), debe ser acción prioritaria en América Latina, si queremos
llegar a una renovación profunda de la vida cristiana y, por lo tanto, a una nueva
civilización que sea participación y comunión de personas en la Iglesia y en la sociedad. 3.1. Situación
Desde el punto de vista histórico, a partir de Medellín, en la catequesis se pueden notar
aspectos positivos y negativos:
Positivos
978. El florecimiento de la acción catequística a través de nuevas y ricas experiencias en los
diferentes países, como por ejemplo:
979. -Un esfuerzo sincero para integrar vida y fe, historia humana e historia de la salvación,
situación humana y doctrina revelada, a fin de que el hombre consiga su verdadera
liberación.
980. -Una pedagogía catequística positiva que parte de la persona de Cristo para llegar a sus
preceptos y consejos.
981. -Un amor más acendrado a la Sagrada Escritura como fuente principal de la
catequesis.
982. -Una educación sobre el sentido crítico constructivo de la persona y de la comunidad
en una visión cristiana.
983. -Un redescubrimiento de su dimensión comunitaria de tal modo que la comunidad
eclesial se está haciendo responsable de la catequesis en todos sus niveles: la familia, la
parroquia, las Comunidades Eclesiales de Base, la comunidad escolar y en la organización
diocesana y nacional.
984. -Una cada vez mayor toma de conciencia de que la catequesis es un proceso dinámico,
gradual y permanente de educación en la fe.
985. -Un aumento de Institutos para la formación de catequistas en muchas partes y en
todos los niveles: diocesanos, nacionales e internacionales.
986. -Una proliferación de textos de catecismo. Este hecho a veces es positivo y a veces es
negativo, en cuanto que son parciales o no renovados.
Negativos
987. -La catequesis no logra llegar a todos los cristianos en medida suficiente ni a todos los
sectores y situaciones, por ejemplo: amplios ámbitos de la juventud, de las élites
intelectuales, de los campesinos y del mundo obrero, de las fuerzas armadas, de los
ancianos y de los enfermos, etc.
988. -Se cae a menudo en dualismos y falsas oposiciones como entre catequesis
sacramental y catequesis vivencial; catequesis de la situación y catequesis doctrinal. Por no
ubicarse en un justo equilibrio, algunos han caído en el formulismo y otros en lo vivencial sin presentación de la doctrina; hay quienes han pasado del memorismo a la ausencia total
de memoria.
989. Hay catequesis que descuidan la iniciación a la oración y a la liturgia.
990. No se respetan, a veces, las competencias que corresponden a los teólogos y a los
catequistas (252) en sintonía con el Magisterio; por lo cual, se han difundido entre los
catequistas conceptos que pertenecen a hipótesis teológicas o de estudio.
991. Se comprueba cierta desorientación de las actitudes catequísticas en el campo
ecuménico.
3.2. Criterios teológicos
a) Comunión y participación
992. La obra evangelizadora que se realiza en la catequesis exige la comunión de todos:
pide ausencia de divisiones y que las personas se encuentren en una fe adulta y en un amor
evangélico (253). Una de las metas de la catequesis es precisamente la construcción de la
comunidad.
993. Se exige la colaboración de todos los miembros de la comunidad eclesial, cada uno
según su ministerio y carisma. Sin eludir responsabilidades apostólicas y misioneras para
que en la catequesis la Iglesia edifique a la Iglesia (254). La Iglesia es constantemente
evangelizada y evangelizadora.
b) La fidelidad a Dios
994. La fidelidad a Dios se expresa en la catequesis como fidelidad a la Palabra dada en
Jesucristo. El catequista no se predica a sí mismo sino a Jesucristo, siendo fiel a su Palabra
(255) y a la integridad de su Mensaje.
c) Fidelidad a la Iglesia
995. Todo el que catequiza sabe que la fidelidad a Jesucristo va unida indisolublemente a la
fidelidad a la Iglesia (256); que con su labor edifica continuamente la comunidad y
transmite la imagen de la Iglesia (257); que debe hacerlo en unión con los Obispos y con la
misión de ellos recibida.
d) Fidelidad al hombre latinoamericano
996. La fidelidad al hombre latinoamericano exige de la catequesis que penetre, asuma y
purifique los valores de su cultura (258). Por lo tanto, que se empeñe en el uso y adaptación
del lenguaje catequístico.
997. En consecuencia, la catequesis debe iluminar con la Palabra de Dios las situaciones
humanas y los acontecimientos de la vida para hacer descubrir en ellos la presencia o la
ausencia de Dios. e) Conversión y crecimiento
998. La catequesis debe llevar a un proceso de conversión y crecimiento permanente y
progresivo en la fe.
f) Catequesis integradora
999. «En toda catequesis integral hay que unir siempre de modo inseparable:
-El conocimiento de la Palabra de Dios;
-la celebración de la fe en los sacramentos;
-la confesión de la fe en la vida cotidiana» (Sínodo de 1977, 11).
3.3. Proyectos pastorales
La catequesis, para cumplir su misión evangelizadora en América Latina, deberá tener
presente lo siguiente:
1000. a) Formar hombres comprometidos personalmente con Cristo, capaces de
participación y comunión en el seno de la Iglesia y entregados al servicio salvífico del
mundo.
1001. b) Tomar como fuente principal la Sagrada Escritura, leída en el contexto de la vida,
a la luz de la Tradición y del Magisterio de la Iglesia, transmitiendo, además, el Símbolo de
la fe; por lo tanto, dará importancia al apostolado bíblico, difundiendo la Palabra de Dios,
formando grupos bíblicos, etc. (259).
1002. c) Dar prioridad pastoral a la adecuada formación de los catequistas, en diferentes
institutos, cuidando de su especialización en función de las diversas situaciones, edades y
áreas que cubran los catequizandos, v.gr. niños, jóvenes, campesinos, obreros, fuerzas
armadas, élites, enfermos, deficientes, presidiarios, etc.
1003. d) Adaptar en los Institutos de formación de los sacerdotes y de los religiosos y
religiosas la «Ratio Studiorum» como algo urgente para que se intensifique la enseñanza de
la adecuada transmisión contemporánea del Mensaje evangélico.
Los catequistas procurarán:
1004. -La integridad del anuncio de la Palabra para superar el dualismo, las falsas
oposiciones y la unilateralidad;
1005. -Iniciar a los catequizandos en la oración y en la Liturgia; en el testimonio y en el
compromiso apostólico; 1006. -Impartir una catequesis vocacionalmente orientadora, explicando también la
vocación laical, con un compromiso adaptado a las diferentes edades, desde la niñez hasta
la edad adulta;
1007. -Como educadores de la fe de las personas y de las comunidades, empeñarse en una
metodología en forma de proceso permanente por etapas progresivas, que incluya la
conversión, la fe en Cristo, la vida en comunidad, la vida sacramental y el compromiso
apostólico (260).
1008. -Impartir una educación integral de la fe que incluya los siguientes aspectos:
-La capacidad del cristiano para dar razón de su esperanza (261);
-La capacidad de dialogar ecuménicamente con los demás cristianos;
-Una buena formación para la vida moral asumida como seguimiento de Cristo, acentuando
la vivencia de las Bienaventuranzas;
-La formación gradual para una positiva ética sexual cristiana;
-La formación para la vida política y para la doctrina social de la Iglesia.
La metodología
1009. Los catequistas tendrán en cuenta la importancia de la memoria según lo expresa el
Papa Pablo VI: «memorizar las más importantes sentencias bíblicas especialmente las del
N.T. y los textos litúrgicos que se utilizan para la oración en común y para hacer más fácil
la confesión de la fe» (262), y darán importancia a las técnicas audiovisuales: dibujo,
fotopalabra, «mini media», dramatización, canto, etc.
La acción catequística
1010. -Se dirigirá en forma simultánea a los grupos y a las multitudes. Para éstas últimas,
resultan de mucha eficacia las misiones populares, convenientemente renovadas en una
línea evangelizadora.
1011. -Se favorecerá la catequesis permanente, desde la niñez hasta la ancianidad, por la
mutua integración entre sí de las comunidades o instituciones que catequizan, a saber: la
familia, la escuela, la parroquia, los movimientos y las diversas comunidades o grupos.
4. Educación
1012. Para la Iglesia, educar al hombre es parte integrante de su misión evangelizadora,
continuando así la misión de Cristo Maestro (263).
1013. Cuando la Iglesia evangeliza y logra la conversión del hombre, también lo educa,
pues la salvación (don divino y gratuito) lejos de deshumanizar al hombre, lo perfecciona y
ennoblece; lo hace crecer en humanidad (264). La evangelización es en este sentido educación. Sin embargo, la educación en cuanto tal no pertenece al contenido esencial de la
evangelización, sino más bien a su contenido integral.
4.1. Situación
1014. La labor educativa se desenvuelve entre nosotros en una situación de cambio sociocultural caracterizada por la secularización de la cultura influida por los medios masivos de
comunicación y marcada por el desarrollo económico cuantitativo que, si bien ha
representado algún progreso, no ha suscitado los cambios requeridos para una sociedad más
justa y equilibrada. La situación de pobreza de gran parte de nuestros pueblos está
significativamente correlacionada con los procesos educativos. Los sectores deprimidos
muestran las mayores tasas de analfabetismo y deserción escolar y las menores
posibilidades de obtener empleo.
1015. Situación problemática en algunas naciones es la presencia de grupos aborígenes que
no obstante sus valores culturales (formas de organización social, sistemas simbólicos,
costumbres y celebraciones comunitarias, artes y habilidades manuales), carecen de formas
estructuradas de educación, escritura y de ciertas destrezas y hábitos mentales,
circunstancias que los marginan y mantienen en situación de desventaja. Las instituciones
educativas convencionales resultan para ellos no sólo ajenas sino poco funcionales, pues
suelen operar como mecanismos de desarraigo y evasión de la comunidad.
1016. El crecimiento demográfico ha acelerado la demanda de educación en todos los
niveles: elemental, medio y superior, a la cual ha correspondido un considerable aumento
de oferta especialmente por parte del sector estatal. Con todo, la distribución de recursos
fiscales suele obedecer a criterios políticos más que a la preferencia por sectores menos
favorecidos. También la iniciativa privada y las instituciones vinculadas a la Iglesia han
contribuido, a pesar de las dificultades, a aumentar la oferta educativa.
1017. Las relaciones entre Iglesia y Estado en materia educativa varían de país a país. En
algunos existen formas legales o de facto de real colaboración; en otros, situaciones de
conflicto, especialmente donde se da el monopolio educativo estatal. El diálogo depende,
en general, de la situación política. Algunos gobiernos han llegado a considerar subversivos
ciertos aspectos y contenidos de la educación cristiana.
1018. La creciente demanda educativa de diversa índole plantea también a la Iglesia nuevos
retos no sólo en el campo de la educación convencional (colegios y universidades), sino
también en otros: educación de adultos, educación a distancia, no-formal, asistemática,
estrechamente ligada al notable desarrollo de los medios modernos de comunicación social
y, finalmente, las amplias posibilidades que ofrece la educación permanente.
1019. Entre los religiosos educadores surgen cuestionamientos sobre la institución escolar
católica, porque favorecería el elitismo y el clasismo; por los escasos resultados en la
educación de la fe y de los cambios sociales; por problemas financieros, etc. Ésta ha sido
una de las causas que han llevado a muchos religiosos a abandonar el campo educativo a
cambio de una acción pastoral considerada más directa, valiosa y urgente. 1020. Se advierte, con satisfacción, la creciente presencia de los laicos en las instituciones
educativas eclesiales y se comprueba la intervención de cristianos responsables en todos los
campos de la educación.
1021. Se detectan influencias ideológicas en la manera de concebir la educación, aun la
cristiana. Una, de corte utilitario-individualista, la considera como simple medio para
asegurarse un porvenir; una inversión a plazo. Otra busca instrumentalizar la educación, no
con fines individualistas, sino al servicio de un determinado proyecto socio-político, ya sea
de tipo estatista, ya colectivista.
1022. Se experimentan dificultades en la coordinación de agentes y agencias educativas
eclesiales entre sí y con los Obispos, sea porque no se acepta plenamente su liderazgo, sea
porque se echa de menos una preocupación y compromiso de los pastores en el campo de la
educación. En consecuencia, se advierte también deficiente planificación educacional y
hasta cierta incapacidad para determinar los objetivos.
1023. Viene cobrando mayor vigencia la idea de la «comunidad o ciudad educativa», en la
cual se integran todos los factores educativos de la comunidad actual o potencialmente, a
partir de la familia y con especial acento en ella. Esta concepción está transformando
algunos colegios en verdaderos agentes de evangelización.
4.2. Principios y criterios
1024. La educación es una actividad humana del orden de la cultura; la cultura tiene una
finalidad esencialmente humanizadora (265). Se comprende, entonces, que el objetivo de
toda educación genuina es la de humanizar y personalizar al hombre, sin desviarlo, antes
bien, orientándolo eficazmente hacia su fin último (266), que trasciende la finitud esencial
del hombre. La educación resultará más humanizadora en la medida en que más se abra a la
trascendencia, es decir, a la verdad y al Sumo Bien.
1025. La educación humaniza y personaliza al hombre cuando logra que éste desarrolle
plenamente su pensamiento y su libertad, haciéndolos fructificar en hábitos de comprensión
y de comunión con la totalidad del orden real, por los cuales el mismo hombre humaniza su
mundo, produce cultura, transforma la sociedad y construye la historia (267).
1026. La educación evangelizadora asume y completa la noción de educación liberadora
porque debe contribuir a la conversión del hombre total, no sólo en su yo profundo e
individual, sino también en su yo periférico y social, orientándolo radicalmente a la genuina
liberación cristiana que abre al hombre a la plena participación en el misterio de Cristo
resucitado, es decir, a la comunión filial con el Padre y a la comunión fraterna con todos los
hombres, sus hermanos (268).
Esta educación evangelizadora deberá reunir, entre otras, las siguientes características:
1027. a) Humanizar y personalizar al hombre para crear en él el lugar donde pueda
revelarse y ser escuchada la Buena Nueva: el designio salvífico del Padre en Cristo y su
Iglesia; 1028. b) Integrarse al proceso social latinoamericano impregnado por una cultura
radicalmente cristiana en la cual, sin embargo, coexisten valores y antivalores, luces y
sombras y, por lo tanto, necesita ser constantemente reevangelizada;
1029. c) Ejercer la función crítica propia de la verdadera educación, procurando regenerar
permanentemente, desde el ángulo de la educación, las pautas culturales y las normas de
interacción social que posibiliten la creación de una nueva sociedad, verdaderamente
participativa y fraterna, es decir, educación para la justicia;
1030. d) Convertir al educando en sujeto, no sólo de su propio desarrollo, sino también al
servicio del desarrollo de la comunidad: educación para el servicio.
Teniendo en cuenta lo anterior, se enumeran los siguientes criterios:
1031. a) La educación católica pertenece a la misión evangelizadora de la Iglesia (269) y
debe anunciar explícitamente a Cristo Liberador (270).
1032. b) La educación católica no ha de perder de vista la situación histórica y concreta en
que se encuentra el hombre, a saber, su situación de pecado en el orden individual y social.
Por consiguiente, se propone formar personalidades fuertes, capaces de resistir al
relativismo debilitante y vivir coherentemente las exigencias del bautismo (EC 12).
1033. c) La educación católica ha de producir los agentes para el cambio permanente y
orgánico que requiere la sociedad de América Latina (Med. Educación II, 8) mediante una
formación cívica y política inspirada en la enseñanza social de la Iglesia (Juan Pablo II,
Discurso inaugural I 9: AAS 71 p. 195).
1034. d) Todo hombre, por ser persona, tiene derecho inalienable a la educación que
responda al propio fin, carácter, sexo; acomodada a la cultura y a las tradiciones patrias
(271). Quienes no reciben esta educación deben ser considerados como los más pobres
(272), por lo tanto, más necesitados de la acción educadora de la Iglesia.
1035. e) El educador cristiano desempeña una misión humana y evangelizadora. Las
instituciones educativas de la Iglesia reciben un mandato apostólico de la Jerarquía (273).
1036. f) La familia es la primera responsable de la educación. Toda tarea educadora debe
capacitarla a fin de permitirle ejercer esa misión.
1037. g) La Iglesia proclama la libertad de enseñanza, no para favorecer privilegios o lucro
particular, sino como un derecho a la verdad de las personas y comunidades (274).
Al mismo tiempo, la Iglesia se presenta dispuesta a colaborar en el quehacer educativo de
nuestra sociedad pluralista (275).
1038. h) De acuerdo con los dos principios anteriores, el Estado debería distribuir
equitativamente su presupuesto con los demás servicios educativos no estatales a fin de que los padres, que también son contribuyentes, puedan elegir libremente la educación para sus
hijos.
4.3. Sugerencias Pastorales
1039. -Fomentar, en unión con los agentes de pastoral familiar, la responsabilidad de la
familia especialmente de los padres en todos los aspectos del proceso educativo.
1040. -Reafirmar eficazmente, sin olvidar otras responsabilidades de la Iglesia en el campo
educativo, la importancia de la escuela católica en todos los niveles, favoreciendo su
democratización y transformándola, según las orientaciones del Documento de la Sagrada
Congregación para la Educación Católica, en:
-Instancia efectiva de asimilación crítica, sistemática e integradora del saber y de la cultura
en general;
-Lugar más apto para el diálogo entre la fe y la ciencia;
-Ambiente privilegiado que favorezca y estimule el crecimiento en la fe, lo que no depende
sólo de los cursos programados de religión (276);
-Alternativa válida para el pluralismo educacional.
1041. -Ayudar a religiosos y religiosas educadores, especialmente jóvenes, a redescubrir y
profundizar el sentido pastoral de su trabajo en la escuela, según su propio carisma,
prestándoles apoyo en tan difícil tarea.
1042. -Promover al educador cristiano, especialmente laico, para que asuma su pertenencia
y ubicación en la Iglesia, como llamado a participar de su misión evangelizadora en el
campo de la educación.
1043. -Dar prioridad en el campo educativo a los numerosos sectores pobres de nuestra
población, marginados material y culturalmente, orientando preferentemente hacia ellos, de
acuerdo con el Ordinario del lugar, los servicios y recursos educativos de la Iglesia.
1044. -Igualmente es prioritaria la educación de líderes y agentes de cambio.
1045. -Acompañar la alfabetización de los grupos marginales con acciones educativas que
los ayuden a comunicarse eficazmente; tomar conciencia de sus deberes y derechos;
comprender la situación en que viven y discernir sus causas; capacitarse para organizarse
en lo civil, lo laboral y político y poder así participar plenamente en los procesos decisorios
que les atañen.
1046. -Sin descuidar los compromisos educativos escolares actuales, es urgente responder
con generosidad e imaginación a los retos que enfrenta hoy y enfrentará en el futuro la
Iglesia de América Latina. Estas nuevas formas de acción educativa no pueden ser fruto de
la veleidad o la improvisación, sino que requieren suficiente capacitación en sus agentes y
basarse en diagnósticos objetivos de las necesidades, así como en el inventario y la evaluación de sus propios recursos. Sería aconsejable el empleo de los métodos
participativos.
1047. -Promover la educación popular (educación informal) para revitalizar nuestra cultura
popular, alentando ensayos que por medio de la imagen y el sonido hagan creativamente
manifiestos los valores y símbolos hondamente cristianos de la cultura latinoamericana.
1048. -Estimular la comunidad civil en todos sus sectores para lo cual es necesario instaurar
un diálogo franco y receptivo a fin de que asuma sus responsabilidades educativas y logre
transformarse, junto con sus instituciones y recursos, en una auténtica «ciudad educativa».
1049. -Promover la coordinación de tareas, agentes e instituciones educativas en la acción
pastoral de la Iglesia particular por medio de un organismo competente dependiente del
Obispo, que tendrá a su cargo funciones de planeamiento y evaluación. Es necesaria una
evaluación objetiva de actividades, obras y situaciones que pueda llevar a una mejor
utilización de los recursos, modificando, suprimiendo o creando instituciones o programas.
1050. -Elaborar, sobre todo a nivel de comisiones episcopales, la doctrina o teoría educativa
cristiana, basada en las enseñanzas de la Iglesia y en la experiencia pastoral. Ello permitiría
examinar, a la luz de dicha doctrina, los principios objetivos y los métodos de los sistemas
educativos vigentes para interpretarlos adecuadamente y evaluar críticamente sus
resultados. Partiendo de esta teoría, es urgente la elaboración de un proyecto educativo
cristiano (277) a nivel nacional o continental en el que se han de inspirar, luego, los idearios
concretos de las distintas instituciones educativas.
4.4. Universidades
1051. En los últimos diez años se experimenta una enorme demanda de enseñanza superior,
con el ingreso en masa de los jóvenes latinoamericanos a las universidades motivado en
gran parte por el desarrollo acelerado de nuestros países. Este hecho ha manifestado el
grave problema de la incapacidad del sistema educativo y social para poder satisfacer todas
las demandas; esta incapacidad deja frustrados a millares de jóvenes, porque muchos no
entran a la universidad y porque muchos egresados no encuentran empleo.
1052. La secularización de la cultura y los progresos de la tecnología y de los estudios
antropológicos y sociales ponen una serie de interrogantes sobre el hombre, sobre Dios y
sobre el mundo. Esto produce confrontaciones entre ciencia y fe, entre la técnica y el
hombre, especialmente para los creyentes.
1053. Las ideologías en boga saben que las universidades son un campo propicio para su
infiltración y para obtener el dominio en la cultura y en la sociedad.
1054. La universidad debe formar verdaderos líderes, constructores de una nueva sociedad,
y esto implica, por parte de la Iglesia, dar a conocer el mensaje del Evangelio en este medio
y hacerlo eficazmente, respetando la libertad académica, inspirando su función creativa,
haciéndose presente en la educación política y social de sus miembros, iluminando la
investigación científica. 1055. De ahí la atención que todos debemos dar al ambiente intelectual y universitario. Se
puede decir que se trata de una opción clave y funcional de la evangelización, porque, de lo
contrario, perdería un lugar decisivo para iluminar los cambios de estructuras.
1056. Como los resultados no pueden medirse a corto plazo, podría quedar la impresión de
fracaso y de ineficacia. Con todo, esto no debe disminuir la esperanza y el empeño de los
cristianos que trabajan en el campo universitario, pues a pesar de las dificultades, colaboran
en la misión evangelizadora de la Iglesia.
1057. Es importante la evangelización del mundo universitario (docentes, investigadores y
estudiantes) mediante oportunos contactos y servicios de animación pastoral en
instituciones no eclesiales de educación superior.
1058. De modo especial se debe decir que la universidad católica, vanguardia del mensaje
cristiano en el mundo universitario, está llamada a un servicio destacado a la Iglesia y a la
sociedad.
1059. En un mundo pluralista no es fácil sostener su identidad. Cumplirá con su función, en
cuanto católica, encontrando «su significado último y profundo en Cristo, en su mensaje
salvífico que abarca al hombre en su totalidad» (Juan Pablo II, Alocución Universitarios 2:
AAS 71 p. 236). En cuanto universidad procurará sobresalir por la seriedad científica, el
compromiso con la verdad, la preparación de profesionales competentes para el mundo del
trabajo y por la búsqueda de soluciones a los más acuciantes problemas de América Latina.
1060. Su primordial misión educadora será promover una cultura integral capaz de formar
personas que sobresalgan por sus profundos conocimientos científicos y humanísticos; por
su «testimonio de fe ante el mundo» (GE 10); por su sincera práctica de la moral cristiana y
por su compromiso en la creación de una nueva América Latina más justa y fraterna.
Contribuirá, así, activa y eficazmente, a la creación y renovación de nuestra cultura
transformada con la fuerza evangélica, en que lo nacional, lo humano y lo cristiano logren
la mejor armonización.
1061. Además del diálogo de las diferentes disciplinas entre sí y especialmente con la
teología, de la búsqueda de la verdad como trabajo común entre profesores y estudiantes, de
la integración y la participación de todos en la vida y quehacer universitario, cada cual
según su competencia, debe la misma universidad católica ser ejemplo de cristianismo vivo
y operante. En su ámbito todos los miembros de los diversos niveles -aun aquellos que sin
ser católicos aceptan y respetan estos ideales-, deben formar una «familia universitaria»
(Juan Pablo II, Alocución Universitarios 3: AAS 71 p. 237).
1062. En esta misión de servicio, la universidad católica deberá vivir en un continuo autoanálisis y hacer flexible su estructura operacional para responder al reto de su región o
nación, mediante el ofrecimiento de carreras cortas especializadas, educación continuada
para adultos, extensión universitaria con oferta de oportunidades y servicios para grupos
marginados y pobres.
5. Comunicación social 1063. La evangelización, anuncio del Reino, es comunicación: por tanto, la comunicación
social debe ser tenida en cuenta en todos los aspectos de la transmisión de la Buena Nueva.
1064. La Comunicación como acto social vital nace con el hombre mismo y ha sido
potenciada en la época moderna mediante poderosos recursos tecnológicos. Por
consiguiente, la evangelización no puede prescindir, hoy en día, de los medios de
comunicación (278).
5.1. Situación
Visión de la realidad en América Latina
1065. La comunicación social surge como una dimensión amplia y profunda de las
relaciones humanas, mediante la cual el hombre, individual y colectivamente, al paso que
se interrelaciona en el mundo, se expone al influjo de la civilización audio-visual y a la
contaminación de la «polución vibrante» (279).
1066. Por la diversidad de medios existentes (radio, televisión, cine, prensa, teatro, etc.),
que actúan en forma simultánea y masiva, la comunicación social incide en toda la vida del
hombre y ejerce sobre él de manera consciente o subliminal, una influencia decisiva (280).
1067. La comunicación social se encuentra condicionada por la realidad socio-cultural de
nuestros países y a su vez ella constituye uno de los factores determinantes que sostiene
dicha realidad.
1068. Reconocemos que los Medios de Comunicación Social son factores de comunión y
contribuyen a la integración latinoamericana así como a la expansión y democratización de
la cultura; contribuyen también al esparcimiento de las gentes que viven especialmente
fuera de los centros urbanos; aumentan las capacidades perceptivas por el estímulo visualauditivo, de penetración sensorial.
1069. No obstante los aspectos positivos señalados, debemos denunciar el control de estos
Medios de Comunicación Social y la manipulación ideológica que ejercen los poderes
políticos y económicos que se empeñan en mantener el «statu quo» y aun en crear un orden
nuevo de dependencia-dominación o, al contrario, en subvertir este orden para crear otro de
signo opuesto. La explotación de las pasiones, los sentimientos, la violencia y el sexo, con
fines consumistas, constituyen una flagrante violación de los derechos individuales. Igual
violación se presenta con la indiscriminación de los mensajes, repetitivos o subliminales,
con poco respeto a la persona y principalmente a la familia.
1070. Los periodistas no siempre se muestran objetivos y honestos en la transmisión de
noticias, de manera que son ellos mismos los que a veces manipulan la información,
callando, alterando o inventando el contenido de la misma, con gran desorientación para la
opinión pública.
1071. El monopolio de la información, tanto de parte de los gobiernos como de parte de los
intereses privados, permite el uso arbitrario de los medios de información y da lugar a la
manipulación de mensajes de acuerdo con los intereses sectoriales. Es particularmente grave el manejo de la información que sobre nuestros países o con destino a los mismos,
hacen empresas e intereses transnacionales.
1072. La programación, en gran parte extranjera, produce transculturación no participativa
e incluso destructora de valores autóctonos; el sistema publicitario tal como se presenta y el
uso abusivo del deporte en cuanto elemento de evasión, los hace factores de alienación; su
impacto masivo y compulsivo puede llevar al aislamiento y hasta la desintegración de la
comunidad familiar.
1073. Los Medios de Comunicación Social se han convertido muchas veces en vehículo de
propaganda del materialismo reinante pragmático y consumista y crean en nuestro pueblo
falsas expectativas, necesidades ficticias, graves frustraciones y un afán competitivo
malsano.
Visión de la realidad en la Iglesia de América Latina
1074. Existe en la Iglesia de América Latina una cierta percepción de la importancia de la
comunicación social, pero no como hecho global, que afecta todas las relaciones humanas y
a la misma pastoral y del lenguaje específico de los medios.
1075. La Iglesia ha sido explícita en la doctrina referente a los Medios de Comunicación
Social publicando numerosos documentos sobre la materia, aunque se ha tardado en llevar a
la práctica estas enseñanzas.
1076. Hay insuficiente aprovechamiento de las ocasiones de comunicación que se dan a la
Iglesia en los medios ajenos y utilización incompleta de sus propios medios o de los
influenciados por ella; además, los medios propios no están integrados entre sí ni en la
pastoral de conjunto.
1077. Salvo contadas excepciones, no existe todavía en la Iglesia de América Latina una
verdadera preocupación para formar al pueblo de Dios en la comunicación social;
capacitarlo para tener una actitud crítica ante el bombardeo de los Mass Media y para
contrarrestar el impacto de sus mensajes alienantes, ideológicos, culturales y publicitarios.
Situación que se agrava por el poco uso que se hace de los cursos organizados en esta área,
escaso presupuesto asignado a los Medios de Comunicación Social en función
evangelizadora y descuido de la atención que se debe a propietarios y técnicos de dichos
Medios.
1078. Es preciso mencionar aquí como fenómeno altamente positivo el rápido desarrollo de
los Medios de Comunicación Grupal (MCG) y de los pequeños medios con una producción
siempre creciente de material para la evangelización y con un empleo cada día mayor de
este medio por los agentes de pastoral, propiciando, así, un acertado crecimiento de la
capacidad de diálogo y de contacto.
1079. La Iglesia de América Latina ha hecho en los últimos años muchos esfuerzos en
favor de una mayor comunicación en su interior. Sin embargo, en muchos casos, lo
realizado hasta ahora no responde plenamente a las exigencias del momento. El flujo de experiencia y opiniones legítimas, como expresión pública de pareceres en el interior de la
Iglesia, se reduce a manifestaciones esporádicas y por tanto insuficientes, que tienen poca
influencia en la totalidad de la comunidad eclesial.
5.2. Opciones
Criterios
1080. a) Integrar la comunicación en la pastoral de conjunto.
1081. b) Dentro de las tareas para realizar en este campo, dar prioridad a la formación en la
comunicación social, tanto del público en general como de los agentes de pastoral a todos
los niveles.
1082. c) Respetar y favorecer la libertad de expresión y la correlativa de información,
presupuestos esenciales de la comunicación social y de su función en la sociedad, dentro de
la ética profesional, conforme a la exhortación Communio et Progressio.
Propuestas pastorales
A la luz de la problemática latinoamericana y teniendo en cuenta el fenómeno de la
Comunicación Social y sus implicaciones en la evangelización, cabe formular las siguientes
propuestas pastorales:
1083. a) Urge que la Jerarquía y los agentes pastorales en general conozcamos,
comprendamos y experimentemos más profundamente el fenómeno de la Comunicación
Social, a fin de que se adapten las respuestas pastorales a esta nueva realidad e integremos
la comunicación en la Pastoral de Conjunto.
1084. b) Para ser efectiva la articulación de la Pastoral de la Comunicación con la Pastoral
Orgánica, es necesario crear donde no existe y potenciar donde lo hay, un Departamento u
organismo específico (nacional y diocesano) para la Comunicación Social e incorporarlo en
las actividades de todas las áreas pastorales.
1085. c) La tarea de formación en el campo de la Comunicación Social es una acción
prioritaria. Por tanto, urge formar en este campo a todos los agentes de la evangelización.
Para los aspirantes al sacerdocio y a la vida religiosa es necesario que esta formación se
integre en los planes de estudios y de formación pastoral.
Para los sacerdotes, religiosos, religiosas, agentes de pastoral y para los mismos
responsables de los organismos nacionales y diocesanos de Pastoral de Comunicación
Social, es necesario programar sistemas de formación permanente.
Especial atención merecen los profesionales de la comunicación y la formación más
adecuada de los que cubren la información religiosa. 1086. d) Cada Iglesia particular dentro de las normas litúrgicas, disponga la forma más
adecuada para introducir en la liturgia, que es en sí misma comunicación, los recursos de
sonido e imagen, los símbolos y formas de expresión más aptos para representar la relación
con Dios, de forma que se facilite una mayor y más adecuada participación en los actos
litúrgicos.
1087. Recomiéndase un esmerado manejo del sonido en los lugares del culto.
1088. e) Educar al público receptor para que tenga una actitud crítica ante el impacto de los
mensajes ideológicos, culturales y publicitarios que nos bombardean continuamente con el
fin de contrarrestar los efectos negativos de la manipulación y de la masificación.
1089. Se recomienda a los organismos eclesiales que operan a escala continental (UNDA,
OCIC, UCLAP) dedicar una especial atención a la formación del público receptor así como
de las personas antes mencionadas.
1090. f) Sin descuidar la necesaria y urgente presencia de los medios masivos, urge
intensificar el uso de los Medios de Comunicación Grupal (MCG) que, además de ser
menos costosos y de más fácil manejo, ofrecen la posibilidad del diálogo y son más aptos
para una evangelización de persona a persona que suscite adhesión y compromiso
verdaderamente personales (281).
1091. g) La Iglesia, para una mayor eficacia en la transmisión del Mensaje, debe utilizar un
lenguaje actualizado, concreto, directo, claro y a la vez cuidadoso. Este lenguaje debe ser
cercano a la realidad que afronte el pueblo, a su mentalidad y a su religiosidad, de modo
que pueda ser fácilmente captado; para lo cual es necesario tener en cuenta los sistemas y
recursos del lenguaje audio-visual propio del hombre de hoy.
1092. h) La Iglesia, a fin de iluminar por el Evangelio el acontecer cotidiano y acompañar
al hombre latinoamericano sobre la base del conocimiento de su quehacer diario y de los
acontecimientos que influyen sobre él, debe preocuparse por tener canales propios de
información y de noticias que aseguren la intercomunicación y el diálogo con el mundo.
Esto es tanto más urgente cuanto que la experiencia muestra las continuas distorsiones del
pensamiento y de los hechos de la Iglesia, por parte de las agencias.
1093. La presencia de la Iglesia en el mundo de la Comunicación Social exige importantes
recursos económicos que deben ser provistos por la comunidad cristiana.
1094. i) Conocida la situación de pobreza, marginalidad e injusticia en que están sumidas
grandes masas latinoamericanas y de violación de los derechos humanos, la Iglesia, en el
uso de sus Medios propios, debe ser cada día más la voz de los desposeídos, aun con el
riesgo que ello implica.
1095. j) Las limitaciones que hemos tenido en el continente nos fuerzan a ratificar el
derecho social a la información con sus correlativas obligaciones dentro de los marcos éticos que impone el respeto a la privacidad de las personas y a la verdad. Estos principios
tienen todavía mayor validez al interior de la Iglesia.

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