VIII
"Catequesis" |
I. Necesidad de una renovación1. Frente a un mundo que cambia y frente al actual proceso de maduración de la Iglesia en América Latina, el Movimiento Catequístico siente la necesidad de una profunda renovación. Renovación que manifieste la voluntad de la Iglesia y de sus responsables, de llevar adelante su misión fundamental: educar eficazmente la fe de los jóvenes y de los adultos, en todos los ambientes. Fallar en esto sería traicionar, a un mismo tiempo, a Dios que le ha confiado su Mensaje y al hombre que lo necesita para salvarse.2. La renovación catequística no puede ignorar un hecho: que nuestro continente vive en gran parte de una tradición cristiana y que ésta impregna, a la vez, la existencia de los individuos y el contexto social y cultural. A pesar de observarse un crecimiento en el proceso de secularización, la religiosidad popular es un elemento válido en América Latina. No puede prescindirse de ella, por la importancia, seriedad y autenticidad con que es vivida por muchas personas, sobre todo en los ambientes populares. La religiosidad popular puede ser ocasión o punto de partida para un anuncio de la fe. Sin embargo se impone una revisión y un estudio científico de la misma, para purificarla de elementos que la hagan inauténtica no destruyendo, sino, por el contrario, valorizando sus elementos positivos. Se evitará así un estancamiento en formas del pasado, algunas de las cuales aparecen hoy, además de ambiguas, inadecuadas y aun nocivas. 3. Como consecuencia, los responsables de la catequesis se encuentran ante una serie de tareas complejas y difíciles de conjugar:
II. Características de la renovación4. Al presentar su Mensaje renovado, la catequesis debe manifestar la unidad del plan de Dios.Sin caer en confusiones o en identificaciones simplistas, se debe manifestar siempre la unidad profunda que existe entre el proyecto salvífico de Dios, realizado en Cristo, y las aspiraciones del hombre; entre la historia de la salvación y la historia humana; entre la Iglesia, Pueblo de Dios, y las comunidades temporales; entre la acción reveladora de Dios y la experiencia del hombre; entre los dones y carismas sobrenaturales y los valores humanos. Excluyendo así toda dicotomía o dualismo en el cristiano, la catequesis prepara la realización progresiva del Pueblo de Dios hacia su cumplimiento escatológico, que tiene ahora su expresión en la liturgia. 5. Por otra parte, la catequesis debe conservar siempre su carácter dinámico evolutivo. La toma de conciencia del mensaje cristiano se hace profundizando cada vez más en la comprensión auténtica de la verdad revelada. Pero esa toma progresiva de conciencia crece al ritmo de la emergencia de las experiencias humanas, individuales y colectivas. Por eso, la fidelidad de la Iglesia a la revelación tiene que ser y es dinámica. La catequesis no puede, pues, ignorar en su renovación los cambios económicos, demográficos, sociales y culturales sufridos en América Latina. III. Prioridades en la renovación catequística6. De acuerdo con esta teología de la revelación, la catequesis actual debe asumir totalmente las angustias y esperanzas del hombre de hoy, a fin de ofrecerle las posibilidades de una liberación plena, las riquezas de una salvación integral en Cristo, el Señor. Por ello debe ser fiel a la transmisión del Mensaje bíblico, no solamente en su contenido intelectual, sino también en su realidad vital encarnada en los hechos de la vida del hombre de hoy.Las situaciones históricas y las aspiraciones auténticamente humanas forman parte indispensable del contenido de la catequesis; deben ser interpretadas seriamente, dentro de su contexto actual, a la luz de las experiencias vivenciales del Pueblo de Israel, de Cristo, y de la comunidad eclesial, en la cual el Espíritu de Cristo resucitado vive y opera continuamente. 7. América Latina vive hoy un momento histórico que la catequesis no puede desconocer: el proceso de cambio social, exigido por la actual situación de necesidad e injusticia en que se hallan marginados grandes sectores de la sociedad. Las formas de esta evolución global y profunda podrán ser diferentes: progresivas o más o menos rápidas. Y es tarea de la catequesis ayudar a la evolución integral del hombre, dándole su auténtico sentido cristiano, promoviendo su motivación en los catequizados y orientándola para que sea fiel al Evangelio. 8. Es necesario subrayar también en una pastoral latinoamericana las exigencias del pluralismo. Las situaciones en que se desenvuelve la catequesis son muy diversas: desde las de tipo patriarcal, en que las formas tradicionales son todavía aceptadas, hasta las más avanzadas formas de la civilización urbana contemporánea. Conviene, por ende, destacar la riqueza que debe existir en la diversidad de puntos de vista y de formas que se dan en la catequesis. Tanto más cuanto que ésta debe adaptarse a la diversidad de lenguas y de mentalidades y a la variedad de situaciones y culturas humanas. Es imposible, en vista de esto, querer imponer moldes fijos y universales. Con un sincero intercambio de colaboración, debemos guardar la unidad de la fe en la diversidad de formas. 9. A pesar de este pluralismo de situaciones, nuestra catequesis tiene un punto común en todos los medios de vida: tiene que ser eminentemente evangelizadora, sin presuponer una realidad de fe, sino después de oportunas constataciones. Por el hecho de que sean bautizados los niños pequeños, confiando en la fe de la familia, ya se hace necesaria una "evangelización de los bautizados", como una etapa en la educación de su fe. Y esta necesidad es más urgente, teniendo en cuenta la desintegración que en muchas zonas ha sufrido la familia, la ignorancia religiosa de los adultos y la escasez de comunidades cristianas de base. Dicha evangelización de los bautizados tiene un objetivo concreto: llevarlos a un compromiso personal con Cristo y a una entrega consciente en la obediencia de la fe. De ahí la importancia de una revisión de la pastoral de la confirmación, así como de nuevas formas de un catecumenado en la catequesis de adultos, insistiendo en la preparación para los sacramentos. También debemos revisar todo aquello que en nuestra vida o en nuestras instituciones pueda ser obstáculo para la "re-evangelización" de los adultos, purificando así el rostro de la Iglesia ante el mundo. 10. Para los cristianos tiene una importancia particular la forma comunitaria de vida, como testimonio de amor y de unidad. No puede, por tanto, la catequesis limitarse a las dimensiones individuales de la vida. Las comunidades cristianas de base, abiertas al mundo e insertadas en él, tienen que ser el fruto de la evangelización, así como el signo que confirma con hechos el Mensaje de Salvación. En esta catequesis comunitaria se debe tener en cuenta la familia, como primer ambiente natural donde se desarrolla el cristiano. Ella debe ser el objeto de la acción catequística, para que sea dignificada y sea capaz de cumplir su misión. Y al mismo tiempo la familia, "iglesia doméstica", se convierte en agente eficaz de la renovación catequística. 11. Se debe hacer resaltar el aspecto totalmente positivo de la enseñanza catequística con su contenido de amor. Así se fomentará un sano ecumenismo, evitando toda polémica y se creará un ambiente propicio a la justicia y la paz. 12. La catequesis se halla frente a un fenómeno que está influyendo profundamente en los valores, en las actitudes y la vida misma del hombre: los medios de comunicación social. Este fenómeno constituye un hecho histórico irreversible que en América Latina avanza rápidamente y conduce en breve plazo a una cultura universal: "la cultura de la imagen". éste es un signo de los tiempos que la Iglesia no puede ignorar. De la situación creada por este fenómeno debe partir la catequesis para una presentación encarnada del mensaje cristiano. Es, pues, urgente una seria investigación sobre el efecto de los medios de comunicación social y una búsqueda de la forma más adecuada de dar una respuesta, utilizándolos en la tarea evangelizadora, como también una seria evaluación de las realizaciones actuales. IV. Medios para la renovación catequística13. Para la realización del trabajo catequístico, se impone un mínimo de organización que, partiendo del orden nacional y diocesano, llegue a las distintas comunidades primarias. La organización de tipo nacional, con sus obvias relaciones internacionales, facilitará evidentemente y prestará agilidad al trabajo en la diócesis y otros ambientes, con mayor y más eficaz aprovechamiento de las técnicas, personal especializado y posibilidades económicas.14. Esta renovación exige personal adecuado, para formar la comunidad cristiana. De aquí que, supuesto el necesario testimonio de la propia vida, se sugieren los siguientes puntos:
16. Para que la renovación sea eficaz, se necesita un trabajo de reflexión, orientación y evaluación en los diferentes aspectos de la catequesis. Han de multiplicarse por todas partes los Institutos Catequísticos, los equipos de trabajo, en que pastores, catequistas, teólogos, especialistas en ciencias humanas, entren en diálogo y trabajen conjuntamente a partir de la experiencia, a fin de proponer formas nuevas de palabra y acción, de elaborar el material pedagógico correspondiente y verificar y evaluar, en cada caso, su validez. Es necesario que estos equipos sean dotados de medios de trabajo adecuados y de la indispensable libertad de acción. V. Conclusiones
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miércoles, 3 de abril de 2013
VIII.- CATEQUESIS
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