III
"Familia y demografía" |
1. No es fácil, por varias razones, una reflexión sobre la familia en América Latina. Porque la idea de familia se encarna en realidades sociológicas sumamente diversas. Porque la familia ha sufrido, tal vez más que otras instituciones, los impactos de las mudanzas y transformaciones sociales. Porque en América Latina la familia sufre de modo especialmente grave las consecuencias de los círculos viciosos del subdesarrollo: malas condiciones de vida y cultura, bajo nivel de salubridad, bajo poder adquisitivo, transformaciones que no siempre se pueden captar adecuadamente.I. La familia en situación de cambio en América Latina2. La familia sufre en América latina, como también en otras partes del mundo, la influencia de cuatro fenómenos sociales fundamentales:
2. Papel de la familia latinoamericana
4. "Un hecho muestra bien el vigor y la solidez de la institución matrimonial y familiar: las profundas transformaciones de la sociedad contemporánea, a pesar de las dificultades a que han dado origen, con muchísima frecuencia manifiestan, de varios modos la verdadera naturaleza de tal institución" (Conc. Vat. II, Const. Past, Gaudium et spes, No, 47).Es por tanto necesario tener en cuenta la doctrina de la Iglesia para fijar una acción pastoral que lleve a la familia latinoamericana a conservar o adquirir los valores fundamentales que la capacitan para cumplir su misión. Entre éstos, queremos señalar tres especialmente: la familia formadora de personas, educadora en la fe, promotora del desarrollo. Formadora de Personas 5. "Esta misión de ser célula primera y vital de la sociedad, la familia la ha recibido directamente de Dios" (Conc. Vat. II, Decr. Apostolicam actuositatem, No. 11). "Es, pues, deber de los padres, crear un ambiente de familia animado por el amor, por la piedad hacia Dios y hacia los hombres, que favorezcan la educación íntegra, personal y social de los hijos" (Conc. Vat. II, Decl. Gravissimum educationis, No. 3). "Permanece en cada hombre la obligación de conservar lo esencial a toda persona humana, en la que sobresalen los valores de la inteligencia, de la voluntad, de la conciencia y de la fraternidad... la familia es en primer lugar, como la madre y nodriza de esta educación" (Conc. Vat. II, Const. Past, Gaudium et spes, No, 61). Esta doctrina del Concilio Vaticano II nos hace ver la urgencia de que la familia cumpla su cometido de formar personalidades integrales, para lo cual cuenta con muchos elementos. En efecto, la presencia e influencia de los modelos distintos y complementarios del padre y de la madre (masculino y femenino), el vínculo del afecto mutuo, el clima de confianza, intimidad, respeto y libertad, el cuadro de vida social con una jerarquía natural pero matizada por aquel clima, todo converge para que la familia se vuelva capaz de plasmar personalidades fuertes y equilibradas para la sociedad. Educadora en la fe 6. "Los esposos cristianos son para sí mismos, para sus hijos y demás familiares, cooperadores de la gracia y testigos de la fe. Son para sus hijos los primeros predicadores de la fe y los primeros educadores" (Conc. Vat. II, Decr. Apostolicam actuositatem, No. 11), y deben "inculcar la doctrina cristiana y las virtudes evangélicas a los hijos amorosamente recibidos de Dios" y realizar esta misión "mediante la palabra y el ejemplo", de tal manera que "gracias a los padres que precederán con el ejemplo y la oración en familia, los hijos y aun los demás que viven en el círculo familiar encontrarán más fácilmente el camino del sentido humano, de la salvación y de la santidad" (Conc. Vat. II, Const. Past, Gaudium et spes, No, 48). Sabemos que muchas familias en América Latina han sido incapaces de ser educadoras en la fe, o por no estar bien constituidas o por estar desintegradas; otras porque han dado esta educación en términos de mero tradicionalismo, a veces con aspectos míticos y supersticiosos. De ahí la necesidad de dotar a la familia actual de elementos que le restituyan su capacidad evangelizadora, de acuerdo con la doctrina de la Iglesia. Promotora del desarrollo 7. La familia es la primera escuela de las virtudes sociales que necesitan todas las demás sociedades... Encuentran en la familia los hijos la primera experiencia de una sana sociedad humana... y se introducen poco a poco en la sociedad civil y en la Iglesia" (Conc. Vat. II, Decl. Gravissimum educationis, No. 3). Además "la familia es escuela del más rico humanismo" y "el humanismo completo es el desarrollo integral". "La familia, en la que coinciden diversas generaciones y se ayudan mutuamente para adquirir una sabiduría más completa, y para saber armonizar los derechos de las personas con las demás exigencias de la vida social, constituye el fundamento de la sociedad" (Conc. Vat. II, Const. Past, Gaudium et spes, No, 52). "En ella los hijos, en un clima de amor, aprenden juntos con mayor facilidad la recta jerarquía de las cosas, al mismo tiempo que se imprimen de modo como natural en el alma de los adolescentes formas probadas de cultura a medida que van creciendo" (Conc. Vat. II, Const. Past, Gaudium et spes, No, 61). "A los padres corresponde el preparar en el seno de la familia a sus hijos... para conocer el amor de Dios hacia todos los hombres, el enseñarles gradualmente, sobre todo con el ejemplo, a preocuparse de las necesidades del prójimo, tanto materiales como espirituales" (Conc. Vat. II, Decr. Apostolicam actuositatem, No. 30); así la familia cumplirá su misión si "promueve la justicia y demás obras buenas al servicio de todos los hermanos que padecen necesidad" (Conc. Vat. II, Decr. Apostolicam actuositatem, No. 11). De aquí que "el bienestar de la persona y de la sociedad humana esté ligado estrechamente a una favorable situación de la comunidad conyugal y familiar, pues es ésta un factor importantísimo en el desarrollo. "Por ello, todos los que influyen en las comunidades y grupos sociales deben contribuir eficazmente al progreso del matrimonio y de la familia" (Conc. Vat. II, Const. Past, Gaudium et spes, No, 52). III. Problemas de demografía en América Latina8. La cuestión demográfica reviste en nuestro continente una complejidad y delicadeza peculiares: es cierto que existe, hablando en general, un rápido crecimiento de población, debido menos a los nacimientos, que al bajo índice de mortalidad infantil, a la vez que al creciente índice de longevidad; pero es cierto, también, que la mayoría de nuestros países adolece de subpoblación y necesita aumento demográfico hasta como factor de desarrollo; también es cierto que las condiciones socio-económico-culturales, excesivamente bajas, se muestran adversas a un crecimiento demográfico pronunciado.9. Como Pastores, sensibles a los problemas de nuestra gente, haciendo nuestros sus dolores y angustias, juzgamos necesario enunciar algunos puntos fundamentales sobre esta materia. Todo enfoque unilateral, como toda solución simplista respecto de estos problemas, son incompletos y por lo tanto equivocados. Aparece como particularmente dañosa la adopción de una política demográfica antinatalista que tiende a suplantar, sustituir o relegar al olvido una política de desarrollo, más exigente, pero la única aceptable. "Trátase en efecto, no de suprimir los comensales, sino de multiplicar el pan". 10. En este sentido la Encíclica Humanae vitae, con el carácter social que en ella ocupa un lugar prominente y que la coloca al lado de la Populorum progressio, tiene para nuestro continente una importancia especial. Pues ante nuestros problemas y aspiraciones la Encíclica:
IV. Recomendaciones para una pastoral familiar12. Por varios factores históricos, étnicos, sociológicos, y hasta caracterológicos, la institución familiar siempre tiene en América Latina una importancia global muy grande.Es cierto que en las grandes ciudades pierde parte de esa importancia. En las áreas rurales, que forman aún la mayor parte del continente, a pesar de todos los cambios externos, la familia continúa desempeñando un papel primordial en lo social, en lo cultural, lo ético y lo religioso. Por eso, y más aún por su condición de formadora de personas, educadora en la fe y promotora del desarrollo, pero también a fin de sanar todas las carencias que ella padece y que tiene graves repercusiones, juzgamos necesario dar a la pastoral familiar una prioridad en la planificación de la Pastoral de conjunto; sugerimos que ésta sea planeada en diálogo con los casados que, por su experiencia humana y los carismas propios del sacramento del matrimonio, pueden ayudar eficazmente en ella. Esta pastoral familiar debe tener, entre otras, algunas metas y orientaciones fundamentales que a continuación enunciamos:
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miércoles, 3 de abril de 2013
III.- FAMILIA Y DEMOGRAFÍA
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