miércoles, 20 de marzo de 2013

El Papa de la ternura y la bondad



El Papa Francisco, el primer latinoamericano al frente de la Iglesia Católica, celebró ayer ante cerca de 200.000 fieles y más de un centenar de líderes mundiales, en la Plaza de San Pedro, la Misa de Inicio de su nuevo Ministerio Petrino, en la que recibió las insignias papales y aseguró que se siente llamado a trabajar especialmente por «los más pobres».

El Pontífice admitió, durante la homilía, que ser Santo Padre «comporta también un poder», pero ante la pregunta «¿De qué poder se trata?», respondió, entre los aplausos de los presentes en el Vaticano, que el Vicario de Cristo debe «acoger con afecto y ternura a toda la humanidad, especialmente, a los más pobres, los más débiles, los más pequeños».
«Nunca olvidemos que el verdadero poder es el servicio, y que también el Papa, para ejercer el poder, debe entrar cada vez más en ese servicio que tiene su culmen luminoso en la Cruz; debe poner sus ojos en el servicio humilde, concreto, rico de fe, de San José y, como él, abrir los brazos para custodiar a todo el Pueblo de Dios y acoger con afecto y ternura a toda la humanidad», explicó.
En esta línea, precisó que ahí se encuentra el encargo que el Obispo de Roma debe realizar: «Custodiar a Jesús con María, custodiar la Creación, custodiar a todos». «Protejamos con amor lo que Dios nos ha dado», añadió.
En una homilía leída, de pie y sin la mitra, indicó que para guardar la Creación, cada hombre y cada mujer ha de hacerlo «con una mirada de ternura y de amor», abriendo «un resquicio de luz en medio de tantas nubes» y llevando «el calor de la esperanza».
Jorge Mario Bergoglio pidió a «todos los que ocupan puestos de responsabilidad en el ámbito económico, político o social en el mundo» y a todos los hombres y mujeres que protejan la Obra del Señor y que no dejen que los signos de destrucción y muerte, los «Herodes» de todas las épocas, desfiguren el planeta.
«Quisiera pedir, por favor, que seamos guardianes del otro, del medio ambiente; no dejemos que los signos de catástrofe acompañen el camino de este mundo nuestro», remarcó.
El Pontífice recordó que «el odio, la envidia, la soberbia ensucian la vida» y que custodiar quiere decir «vigilar sobre los sentimientos, el corazón, porque de ahí es de donde salen las intenciones buenas y malas: las que construyen y las que destruyen». Además, solicitó que no se tenga miedo de la bondad, «más aún, ni siquiera de la ternura», porque custodiar requiere bondad, «pide ser vivido con ternura».
No obstante, señaló que la vocación de proteger no solo atañe a los cristianos, sino que tiene «una dimensión que antecede y que es simplemente humana» y que corresponde a todos, como muestra San Francisco de Asís. Concretamente, indicó que consiste en preocuparse por todas las criaturas de Dios y por el entorno, empezando por los niños, los ancianos y los cónyuges.
Además, explicó que custodiar es también «vivir con sinceridad las amistades, que son un recíproco protegerse en la confianza, en el respeto y en el bien». «Cuando el hombre falla en esta responsabilidad, cuando no nos preocupamos por la Creación y por los hermanos, entonces gana terreno la desolación y el corazón se queda árido y solo».



Recuerdo a Benedicto XVI. Además, el Papa Francisco destacó la «coincidencia rica de significado» de esta fecha, Día de San José, patrono de la Iglesia Universal y onomástica de Joseph Ratzinger, su «verdadero» predecesor. «Le estamos cercanos con la oración, llena de afecto y gratitud», subrayó al comienzo de la homilía de la Misa.
El Obispo de Roma celebró la Eucaristía bajo un cielo azul, que contrastó con los lluviosos días de las jornadas pasadas, junto a los dos concelebrantes principales, el cardenal Angelo Sodano y el purpurado Antonios Nagib, patriarca emérito de Alejandría de los coptos católicos. Entre los momentos principales, destacó el de la Paz, en el que Bergoglio se acercó al patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, y al armenio Karekin II de Etchmiadzin, y el de la Comunión, que fue impartida por 500 sacerdotes. Su Santidad ofició la celebración en latín, pero leyó la homilía en italiano.
Antes de la Misa, Francisco recibió los atributos papales, el Anillo del Pescador y el palio.
Primero, el Papa aceptó de parte del cardenal Protodiácono, Jean-Louis Tauran, el mismo que anunció el Habemus Papam, la imposición del palio, que se coloca sobre los hombros y está hecho de lana de corderos y ovejas, y es el mismo que el utilizado por su antecesor, Benedicto XVI.
Posteriormente, el cardenal decano Angelo Sodano le entregó el Anillo, que evoca a Pedro, que era pescador y al que Jesús llama a ser «pescador de hombres».

Al concluir la Misa, el Pontífice se dirigió andando hacia la Basílica de San Pedro, como el primer Papa latinoamericano y el 266 Pontífice de la Historia de la Iglesia Católica Universal.

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